Salí de la boca de metro y aspiré una profunda bocanada de aire. Los políticos de turno nos habían quitado ya la restricción de llevar el “bozal” en todos los sitios de interior, pero aún había que usarlo en los medios de transporte público. En realidad, yo no me ponía la mascarilla en el metro pese a su obligatoriedad, pero ver a todos con ella puesta era un ahogo. Así que al salir respiré profundamente en nombre de todos los demás.
Me topé de frente con un hombre que se me quedó mirando, y dijo dubitativo ¿Otraocy? Lo miré y respondí ¡Felipe! Hola ¿Cómo estás?
―Muy bien, que gusto volver a verte. ¿Tienes tiempo o vas con prisas? Te invito una cerveza.
―Sí, tengo tiempo, ya estoy volviendo a casa, vivo aquí cerca. Vale, entremos a este bar.
Felipe era una de las personas que conocí por medio de Trínity, estuve con él en un grupo de hablar sobre temas espirituales y/o de consciencia. Era un grupo que seguía un conjunto de ideologías muy definidas; en el cual también había sido invitada para pasar de las filas de reuniones informales, a una vinculación o adhesión más profunda o comprometida; cosa que no acepté.
Mis aún latentes secuelas mentales y emocionales, de programaciones religiosas, o, mejor dicho, la “inclinación programada” de entregar nuestra voluntad y destino a una fuerza sobrenatural; Cosa con la que yo estaba dispuesta a cortar, y aclaro que no para ser atea; pero esto me frenaba para involucrarme con ciertos grupos, por mucha apariencia espiritual o luminosos que parecieran.
Era curioso, pero cuando estaba en dichos grupos, siendo parte receptiva de la información que se compartía, siempre por medio de un líder o cabeza del movimiento; se comportaban como verdaderos amigos y amigas, pero en cuanto salía de sus filas, nadie volvía a ponerse en contacto conmigo. Y si lo hacían era para convencerme de que volviera. Que cada quien llame a esto como quiera, yo no tengo ganas de darle definición. Felipe era uno de los más preparados en los contenidos de aquel grupo.
―Nunca más regresaste a las reuniones, que pena ¿Qué paso? «Preguntó Felipe».
―Digamos que entré en disonancia con algunos contenidos.
― ¿Puedo saber cuáles aspectos no te cuadraban? «Pensé para mis adentros, pues tú te lo has buscado; allá voy».
―Hay preguntas que me nacían de forma natural y entre vuestros contenidos no tenían respuestas, y estoy segura de que tú tampoco podrás darme esas respuestas.
―Bueno, inténtalo. «Dijo Felipe, y yo pensé: segunda oportunidad para que termines tu cerveza y te marches tan tranquilo, bueno, seguimos».
―Comenzaré con una pregunta. Si tú tuvieses en grandes apuros, y pusiesen ante ti dos fuentes de ayuda para darte apoyo, auxilio… Cada una de esas dos fuentes está detrás de dos puertas, no tienes manera de verificar desde donde tú estás, si lo que se te dice es verdadero o falso. Pero necesitas de esa ayuda, ya no puedes seguir soportando ni sabes cómo resolver tus problemas. Te dicen, detrás de una de las puertas está el jefe supremo, y detrás de la otra un encargado de segundo nivel. Pero podrás dirigirte a cualquiera de los dos, sin poder verlos, tampoco sabes en cuál de las dos puertas está cada quien. Aun así, al nombrar a cada uno por su rango, es decir, jefe supremo o encargado, serás atendido por la persona que nombres o a quien acudas. ¿A quién de los dos nombrarías para obtener respuesta y ayuda?
―Obviamente al jefe supremo.
―Exacto, para qué acudir a un encargado si puedes conectar con una fuente directa. Vuestros contenidos son muy explícitos, muy descriptivos en cuanto a toda la historia planetaria, acerca de las razas alienígenas en control del universo, el sistema de control referido a los enlaces humanos, o sea, las élites planetarias, o los esbirros al mando, y que llevan a efecto las agendas de los verdaderos amos. Una explicación impecable sobre la manipulación genética del avatar humano, sobre por qué fue creado por dichas razas alienígenas. Incluso tenéis una justificación de una supuesta fuente cósmica que ha permitido todo esto. Pero, seguís manteniendo y difundiendo aspectos de la New Age; siendo la misma también una religión, aunque más moderna. Por ende, nos invitáis a conectarnos con unas jerarquías llamadas Yo Superiores, y por favor, no me cuentes lo que es un Yo Superior según vosotros, ni me lo justifiques, que esto ya me lo sé.
Vosotros lo hacéis de esta manera, hay otros que invitan a conectarnos con una “dimensión más inmediata”, porque nuestra onda vibratoria no llega más allá de cierto rango, por las razones que sean, por nuestra propia carga de densidad o por/y la propia densidad planetaria. En fin, que tenemos que confiar por fe en mediadores, que no vemos porque no podemos ver; pero que son los encargados de mediar entre la fuente y nosotros.
Y yo me pregunto ¿Hasta cuándo tenemos que seguir creyendo y confiando en estas posturas? No son acaso las mismas de todas las religiones, de esas que decimos que son falsas, que son las herramientas de nuestros programadores y controladores. Llevamos milenios teniendo mediadores y siendo engañados. Seguimos a ciegas sin poder comprobar nada más allá de nuestros sentidos limitados ¿Cómo seguir confiando en mediadores? Cómo seguir confiando en zonas de operación desde dimensiones inmediatas, habitadas por seres que nos asisten. Sólo porque tenemos las palabras de algún humano “más adelantado” que nos traduce y nos cuenta, siempre sin nosotros poder verificar si lo que se dice es o no es así. ¿Acaso no hace lo mismo el catolicismo con su Papa? Y el cristianismo protestante con su mediador entre nosotros y el padre, o sea, Jesús. «Concluí yo».
Que sí… que le dejé hablar, no penséis que no dijo nada más.
POEMA: DEJAR DE VER PARA INTUIR
Dejo de verlos para intuir la realidad;
y el daño que lancen ya no me afectará;
su amor
verdadero preso está,
sí los
veo desconozco sus motivos,
si les observo comprendo que no son ellos...
Que sin
saberlo son su propia prisión,
un
alguien mudo y triste que no se expresa;
alguna mente impostora en ellos les ha movido...
Ese,
esa, que dañarme ha querido,
deteriorarme
sin que su Ser lo sepa...
Personas
movidas por el titiritero;
juzgarles
la verdad no puedo,
son programas
conectados a un servidor,
a una
mente planetaria llamada dios;
¿Algún
amor en ellos? Puede que sí o que no.
Algunos
llevan dentro su Ser prisionero;
otros
son sólo programas en este planeta,
programas
sin consciencia de sí mismos,
reproductores
de gestos de aparente amor...
Toc,
toc, toc, ¿Hay alguien allí?...
Asoma
ante mí su cara amable, gestos suaves,
oigo
tus palabras educadas, elocuentes;
más
percibo una vibración hostil, contraria.
¿Qué
quieres, qué buscas, qué te mueve?
Debatiéndote
en tu dualidad sin saberlo.
Sutiles
trampas en manos amigas,
amistades
vinculantes que invitan a la confusión;
pero
esta es mi etapa de la intuición,
puedo
desde esta exigua vigilia...
intuir
lo que te mueve y decirte que NO.
(Madrid,
18/03/2019)