viernes, 31 de mayo de 2019

CONVERSANDO CON TRÍNITY. La Fuente Primordial Vs. La Fuente Matrix. Crónica Nº 4 ¿Ser Yo Misma?


Allí estaba yo, mirando por mi ventana como el viento mecía el olmo del jardín de mi portal. No había nunca reparado en lo alto que era ese árbol. Yo estaba en un cuarto piso que el superaba hasta llegar al quinto. El sol le iluminaba y él bailaba al ritmo que la brisa le marcaba.

Quise imaginar que ese magnífico árbol danzaba para mí, en agradecimiento por ese momento de atención consciente que jamás le había dedicado; verlo sí, muchas veces, pero contemplarlo nunca, no como en este momento, casi sintiéndome enamorada.

Tenía muchas cosas por hacer, rutinas, llamadas perdidas, montones de mensajes en los chats, demandas de ayudas y de atención, también reproches por no atender. Había colgado en todos mis perfiles de redes sociales un cartel con una frase que llegó a mí, y que desconozco su autoría, que dice: «A veces no estoy para todos porque me hago falta a mí misma».

Solo quería estar sola, tranquila y en silencio, contemplando como el olmo galantemente danzaba para mí. Mi móvil volvió a sonar, era Unar, a ella también le había dejado plantada ese día.

―Hola Otraocy, no has llegado a nuestra cita ¿Te pasa algo?

―Hola, nada de gravedad, no te preocupes. Necesitaba un poco de soledad, disculpa por no avisarte, pero perdí la noción de la responsabilidad, por unas horas todo dejó de importarme…

La frase “ser yo misma” no se me iba del pensamiento, últimamente me suele pasar, son frases que surgen de mí, no que las lea, o que alguien me las nombre por cualquier circunstancia. Cuando sucede, debo encontrar una conclusión, o hacer algo con esa frase que me acosa y hasta me desvela. Así fue como retomé contacto con mi lado artístico, volví a pintar, dibujar, y escribir poemas... Pero, no tengo claro lo que es eso de ser uno mismo, porque lo que se dice no me termina de encajar; y es que tampoco sé por qué ya no me encaja la explicación que se ha dado a esto.

Desde que soy una adolescente, he hecho todo lo posible por ser yo misma; ya sabes, estudios, autonomía de los padres y personal, y un largo, largo etc. Pero, la verdad es que no siento que nada de eso me haya llevado a ese encuentro. ¿Estoy siendo realmente yo misma? O, ¿Vivo en el autoengaño de ser yo misma?…

―Las frases que te llegan provienen de tu Voz Original. «Dijo Unar. Y esta vez nuestro encuentro fue telefónico».

― ¿Mi Voz Original? ¿Y eso qué es?

―Voz Original, parece obvio, pero no lo es. No es la otra voz, la que estás acostumbrada a seguir; no es la voz del "autómata adaptado" a su medio y circunstancias, las cuales están vinculadas a creencias, paradigmas socioculturales y religiosos.  La Voz Original, generalmente está en conflicto con el autómata. Dos voces disyuntivas habitando en nosotros. La primera es de genética libre y la segunda es la programada, acostumbrada, estructurada... La Voz Original es la conciencia del Ser; la voz autómata desde la cual pasamos siendo conducidos o toda la vida o una gran parte de ella; está representada por una entidad artificial que creemos ser nosotros mismos...

―Vaya lío. «Contesté mientras me comenzaba a doler la cabeza, pero interesada por aquella versión, que, aunque había apreciado esbozos de la misma en tantos libros; era ahora cuando podía entenderlo con bastante claridad. Ella prosiguió hablando».

―¿Me dices que quieres ser tú misma? Pero... ¿Quién es tú misma? Si desde los tres años somos desconectados, es decir, nuestro verdadero Ser es desactivado de su Fuente Original, para pasar a tomar control y dominio de nosotros la entidad que es llamada también conciencia artificial y conciencia física. La misma, repito, es automatizada a base de costumbres, educación, religión, cultura, etc.

―Vale... ¿Y qué pasa con nuestro Ser? ¿A dónde se va o dónde está?

―Queda prisionero dentro de nosotros, siendo su custodio y carcelero la entidad autómata o conciencia física. Esta toma mando y dominio a partir de los tres años.

―Entonces, ¿Quién puede llegar a ser sí mismo? Porque esto nunca se cuenta de esta manera, y habrá millones de libros que nos invitan a ser nosotros mismos. Pero si actuamos desde una personalidad artificial, que suplanta y encarcela al Ser verdadero; conseguirlo parece algo imposible, porque esta entidad sustituta, lo que hará permanentemente, será hacernos creer que estamos siendo nosotros mismos, marchando por caminos o modelos de vida, o estructuras de pensamiento que serán siempre parte del sistema de adaptación a este mundo...

Ser uno mismo parece algo imposible...  «Últimamente, tenía la sensación de que yo era una persona útil para Unar; pero hoy me parecía lo contrario, porque, aunque en nuestros anteriores encuentros ella nunca parecía estar enviándome mensajes directos, en este instante me daba cuenta de que lo que hacía conmigo era tan sutil y delicado, para que así mi autómata no huyera en actitud defensiva».

―No es algo imposible; si te das cuenta y aceptas que esta dualidad habita en ti. Pero este es sólo un primer paso.

―¿Y cómo sabes eso de la desconexión a los tres años de edad? «Ya no me dolía la cabeza y comenzaba a sentir entusiasmo; las palabras de Unar eran una pieza de mi incompleto y desordenado puzzle de la conciencia».

―Porque lo vi y recuerdo cuando fui desconectada. «Contestó».

―¿Siii? ¡Pues cuéntamelo!

―Pues bien; aséate un poco, sal de tu aislamiento, y vente a nuestro encuentro.





domingo, 26 de mayo de 2019

CONVERSANDO CON TRÍNITY. La Fuente Primordial Vs. La Fuente Matrix. Crónica Nº 3 Los Visitantes Nocturnos




El camarero por fin nos sirvió los cafés, yo era la más impaciente de las dos, como siempre. Unar le agradeció como si los quince minutos que había tardado, y que a mi parecer era porque casi se había olvidado de nosotras; no tenían importancia, para ella, no, pero sí para mí. Pero aquellas “gracias” con su gran sonrisa, me hicieron tragar el reproche que me quemaba la lengua.

―Nunca te había visto tantas ojeras, «le dije».

―He pasado una mala noche. «Me contestó mientras observaba su taza de café, como si de allí fuese a recibir alguna respuesta».

―¿Qué pasó?

―En mi habitación había presencias desconocidas y no muy agradables... «Y comenzó a contarme su lucha nocturna».

Hubo una lucha tremenda entre aquellos que sin mi consentimiento insistían en intervenirme mientras dormía y yo, que me defendí intensamente para no permitirlo. Pienso y pienso por qué me está pasando esto; me parece que tiene una relación con Moteo.

―¿Moteo? El maestro ex iluminati con quien has entablado contacto.

―Sí ese mismo. Me parece que es un “insiders” más. Otro de tantos y tantas; “pastoreando la granja planetaria” en la nueva dirección de lo que se está haciendo creer como cambio de sistema de control a favor de los humanos. Pero conociendo su procedencia, no me extrañarían nada sus manejos oscuros a ciertos niveles y fuera de esta realidad…

Me están pasando cosas muy extrañas desde que he leído sus libros y participo de su grupo; pero aún más, desde que he entablado una comunicación directa con él vía mensajes. «Unar prosiguió con su relato». Anoche, después de luchar y luchar con aquellas presencias o entidades invasivas, accedí a otro plano fuera de este mundo. Estaba mi cuerpo físico tumbado en una camilla, en una especie de habitación medio en penumbras; ellos alrededor, eran varios, no sé cuántos, tenían figura humana. Yo estaba fuera de mi cuerpo contemplando aquella escena; escuché claramente como uno de ellos decía: «tiene los códigos para compartir». Algo me sacó inmediatamente de allí.

     Me levanté muy cansada, deambulé por el piso un rato, ya casi amanecía, volví a la cama para intentar dormir un poquito, en breve sonó el despertador; extendí mi mano con los ojos medio abiertos para pararlo y volví a ver a dos de aquellos visitantes nocturnos; estaban mirándome desde un lado de mi habitación, escuché como uno le comentaba al otro: «ya no podemos con ella, así no». Yo les contesté mentalmente: «pues eso es lo que yo quiero, que no podáis».

No entiendo aún mucho todo esto; lo que sí sé es que muchas cosas extrañas me están pasando, «no sé cuántas veces repitió esta frase, en momentos parecía olvidarse de que yo estaba allí, y hablaba a solas en un gran esfuerzo por comprender o comprenderse». Desde que estoy en contacto con Moteo y su grupo de seguidores es todo muy raro…

―Quiero que escribas esto. «Me dijo». Y espero descubrir pronto lo que ellos representan realmente, y que lo escribas también.

―Pues mande usted señora. «Le contesté».

Algún día también tendré que explicar cómo esta extraña mujer se hizo parte de mi vida, porque no soy su secretaria, ni su escritora particular, ni ella es mi jefa… No, no tiene nada que ver con eso.

Había muchas preguntas en mi cabeza en relación con lo que Unar acababa de narrar; como por ejemplo: ¿Los códigos para compartir? ¿Quién o quiénes la sacaron de allí y le ayudaron? ¿Quiénes, por qué y para qué la habían estado interviniendo mientras dormía? Y ahora… ¿Por qué ya no podían intervenirla sin su consentimiento? Muchas interrogantes, demasiadas, y a mí me podía más el hambre, así que me dispuse a tomar mi desayuno cuando por fin el camarero “pasota” lo trajo a mi mesa. Ya os seguiré contando.

 


8 de Muchas Más

Insistencia...



Insisto, insisto; jamás me doy por vencida...
pese a todo este ruido en mi cabeza;
algún día se actualizará el prisionero,
abrazando en consciencia a su carcelero.

Ruido y más ruido en esta cabeza,
y yo buscando el nutrido silencio;
el silencio que el prisionero anhela,
y habita escondido la cárcel de los ruidos.

Ruido por fuera, ruido por dentro,
y yo anhelando el nutrido silencio,
pero el autómata carcelero tiene miedo;
y grita mientras más se libera el prisionero.

No me rindo, persevero, insisto,
sé que un día quedará libre el prisionero,
abrazando en consciencia al carcelero,
uniéndose en creativo y perpetuo silencio.

Unar Idycula
26/05/2019

viernes, 17 de mayo de 2019

CONVERSANDO CON TRÍNITY. La Fuente Primordial Vs. La Fuente Matrix. Crónica Nº 2 Final de la 8ª Etapa



Allí estaba Unar, de pie en una acera, al lado de un banco en el que no terminaba de sentarse. Solo era eso, una mujer más, en apariencia solo eso…

―¿Qué te pasa? Te percibo lejana. «Le dije a Unar luego de unos segundos en los que noté como inspeccionaba la calle en donde nos habíamos citado ese día».

Ella me miró intensamente a los ojos.  Siempre me he preguntado cómo una mujer con un aspecto tan corriente, y esa expresión que parece a veces no enterarse de nada; podía lanzar aquellos comentarios, afirmaciones y reflexiones, que siempre descalabraban mis esquemas mentales. Pero allí estaba yo también, una vez más, escuchando lo que quería decirme…   

―Lo he visto Otraocy, «dijo Unar», he visto como acaba esta octava etapa de mi vida.

Ella ya me había contado anteriormente que su vida se desarrolló de siete en siete años; que podía definir perfectamente esas etapas en relación con sus acontecimientos y circunstancias, y ahora mismo estaba viviendo la octava etapa.

―Anoche, «comenzó ella a narrar», estaba cansada de tantas cosas, hacía muchos años que no me iba a dormir con el deseo de no volver a esta realidad; de quedarme allí del otro lado. Pero he visto como a esta etapa le queda poco.  Ya sabes que tengo unas ganas enormes de ver su final, pero que no puedo acabarla como las anteriores, no puedo huir ocasionando deterioro a otros y a mí misma.

―¿Y qué has visto?

―Regresé al piso donde vivo desde hace muchísimos años, y ya no estaba allí, no había nada; todo el edificio había desaparecido, además, todo lo que me vinculaba a las personas con quienes convivo y relacionadas con mi actual presente; todo borrado de un plumazo.  Yo regresé del trabajo como todos los días, pero no pude entrar a casa porque allí no había nada. Me quedé en el lugar un rato, pensando… ¿Y ahora qué hago? ¿Cómo ha pasado esto?  Se me agolpaban las preguntas, me sentía desorientada.  Percibí una frecuencia intensa en el oído derecho, que me sacó del sentimiento de desamparo en el que comenzaba a sumergirme.  También aquel ruido en mi cabeza que se asemejaba al de una máquina haciendo un engranaje de sus piezas, y unificándose en un solo conjunto o unidad; dos partes que habían estado separadas y ahora se juntaban.  Luego, escuché fluir las siguientes frases: «lo has hecho tú misma, es decir, la versión de ti misma que habita en el futuro. Ahora tienes la libertad de escribir tu propio guion de vida en esta realidad, y así poder ser quien eres en verdad».

Sin dudar de aquel mensaje, pero aún desorientada; regresé a la avenida principal y perpendicular a la calle donde estaba mi piso, me di cuenta de que había una especie de pasillo ancho que antes no existía.  Sentado a la entrada estaba uno de mis hermanos; me sentí aliviada, por fin alguien conocido de mi pasado-presente.  Él me estaba esperando, me dijo: «por aquí debes entrar». ¿Entrar? ¿Para ir a dónde?

Me quedé allí de pie, frente a ese pasillo; me sentí en blanco, no entré; las reflexiones me saturaban el pensamiento. Un nuevo guion de vida que me conduce a ser la que soy en el futuro. Me faltaban datos aun para aquello; aspectos por resolver de mi realidad actual.  Demasiada ignorancia, culpas, resentimientos…  Sentí que de aquella manera no podía transitar aquel pasillo, aquel viaje.

Regresé a esta realidad, estaba contenta; por lo menos ahora sabía que mi actual programa de vida tenía un final, y que además yo sería la guionista de mi siguiente etapa.

―¿Quieres que escriba esto? «Le pregunté».

―Sí, esta vibración debe estar registrada en algún formato de esta realidad. 

―¿Por qué yo? «Seguí preguntando».

Unar me miró, y en sus labios esa media sonrisa enigmática, cargada de contenidos que no terminó de expresar. «Me sigue sorprendiendo que no lo recuerdes, bueno, ya llegará el tiempo de que lo hagas…». Me dijo en actitud comprensiva, con un toque de ironía.


El Deseo del Difunto (Microrrelato)


Ella está de luto,  él  murió de  a poco, ella  llora aunque nunca le amó.

Ella deseaba su muerte y él probar su último invento; una máquina que graba e interpreta la vibración humana.

El científico verificó en sí mismo la fuerza de las malas intenciones. Monitoreaba a su esposa sin ella saberlo, dejando registros.

Su último notariado deseo: la publicación de su experimento. La máquina registró el deseo de su esposa deteriorando la biología o salud del científico.

Murió por desgaste celular ocasionado por energías tóxicas en su habitáculo. Ella llora, pues todos saben que lo mató su deseo.


Nury Barrios

CONVERSANDO CON TRÍNITY. La Fuente Primordial Vs. La Fuente Matrix. Crónica Nº 1 Visitante Indeseable


―El día que estuve en la luna, fue uno de esos tantos días que me fui a dormir con la sensación de estar entre dos mundos. «Ella me narró aquello con una normalidad pasmosa.  Todo mi conocimiento se debatía en una enorme disyuntiva; pues al percibir en ella tanta certeza, danzaban en mi cabeza dos preguntas: ¿Es ella muy rara? O, ¿Soy rara yo por no creerle? Pero… ¿Por qué no creerle?  Sólo sabemos aquí lo que nos cuentan o quieren contarnos. No hemos ido nunca a la luna, aun así, tenemos que creer lo que dicen sobre este aparente astro».

―Lo que me describes parece un sueño muy lúcido, «le dije», ¿Y si ha sido sólo eso?

―No, «me contestó»; yo estuve en la luna. Pero no recuerdo como llegué allí, quizás sucedió por un fallo en el canal dimensional por el cual viajaba; al llegar allí, me di cuenta inmediatamente de que corría un gran peligro, no había sido invitada, no debería estar allí. Me desplacé con mucha cautela hasta refugiarme en una sala o recinto parecido a un centro de trabajo; había muchos ordenadores y personas trabajando sentados ante los mismos, percibí que tenían cierto rango, eran directivos o algo así. Me senté ante un ordenador y me quedé allí en silencio, intentando no llamar la atención de ninguna manera.

Las personas que laboraban en ese recinto, poseían altas capacidades de percepción extrasensorial; así que en breve se dieron cuenta de mi presencia, yo también podía leer sus mentes y ellos lo sabían. Se hizo un silencio total en el sitio, y digo total, tanto físico como el cese de los pensamientos de todos ellos. El hermetismo fue profundo, y detrás del mismo, la preocupación de que yo descubriese lo que hacían en ese edificio.

La luna, «prosiguió ella con su narración»; es una base espacial artificial, no un astro natural como nos han hecho creer.  Allí conviven tanto personas como nosotras y seres alienígenas, jamás ha estado deshabitada. Es un centro de control informatizado.  Desde la tierra siempre vemos un mismo lado, como una foto, ese es su lado falso, pues el real es el otro, el que no vemos.  Allí existen laboratorios en los cuales se hacen experimentos de todo tipo, existe también allí una vida elitista.  Sé que no me crees, y además te estás preguntando cómo fui hasta allí sin montarme en un cohete de la nasa.

―Pues… «Contesté», debo decirte que estoy pasando un rato entretenido escuchándote, pero no pasará de allí.

Ella, sin ninguna afectación por mi franca incredulidad, prosiguió con el relato, me dijo: «hoy no podrás creerlo, pero algún día lo harás» …  Después de que me pillaran sentada en aquella sala de trabajo sin haber sido invitada; «Prosiguió con su narración», se acercó a mí una señorita, llevaba un traje de tipo espacial, parecía un personaje de esas películas de animación en donde los actores no son personas.  Tenía una mirada aguda y penetrante, reflejaba la inteligencia impecable y fría de una máquina o robot, era perfecta en todo sentido, y con la capacidad de escanearme en segundos. Me conocía, y después de mencionar mi nombre, me dijo: «No puedes estar en este lugar, este no es tu sitio, debes volver al mundo de los obreros».

     No fui a la luna con este cuerpo físico, fui con el cuerpo sutil, ese que se desconecta de nosotros cuando dormimos; pero como ya te comenté, no recuerdo como fui a parar en ese sitio. La señorita cibernética me sacó de aquel recinto, y en ese momento confirmé que estaba en la luna. Ella me llevó hasta un puente por el que debía desplazarme para volver a la tierra, intuí que aquello representaba un enorme peligro para mí, ya que si lo hacía revertiría todo mi desarrollo interior logrado como ser humano en esta existencia actual.

No le obedecí.  Llamándome de nuevo por mi nombre, me dijo con voz imperativa: «¡Te he dicho que vuelvas al mundo de los obreros!». Le miré fijamente a los ojos diciéndole con firmeza: no volveré, pues, yo ya sé quien soy.  Sentí como de nuevo me escaneaba con su mirada. Con desagrado se dio cuenta de que no podría obligarme.  Contestó: «Vale, no lo hagas, pero aquí no puedes quedarte».

La señorita cibernética me condujo a una especie de pasadizo dimensional, viajamos en lo que me pareció ser un ascensor que se desplazaba a través de túneles. Ella me acompañó en todo momento, puesto que debía verificar mi expulsión de la luna.  Yo sentí que descendíamos en aquel ascensor, también percibí mientras bajábamos, que nos rodeaban recintos instalados en cavernas, en ellos intuí la presencia de animales diversos, o seres vivos que permanecían encerrados en jaulas, una cantidad infinita de especies de todo tipo. No entendí el motivo por el cual dichos animales o seres se alteraron tanto, al punto de poner nerviosa a aquella mujer, que a mi parecer era un robot. Hoy pienso que de la misma manera que yo capté sus presencias sin verlos; ellos lo hicieron conmigo, y fue aquello voces de socorro de parte de ellos.

Aquel ascensor dimensional abrió sus puertas, vi que había aterrizado en el edificio de un polígono industrial que está al lado de mi casa, había amanecido en la tierra, pero aun así observé en el cielo un leve esbozo de la luna, y una nube que se deshacía para escribir la palabra “mensaje”.  Ya en la calle y fuera de aquel edificio, miré a mi derecha y observé como un conejo se defendía de un león venciéndole.

Nunca olvido aquella visita a la luna, y aunque vivo plenamente cada minuto de mí ahora; sé que mis ojos verán el día en el que nos libramos de nuestros depredadores, y la raza humana acabará liberándose de aquellos que nos controlan, vigilan, manipulan y esclavizan…

―Bueno Unar… Escribiré esto como uno más de mis relatos, afirmar que esto es verdad, no puedo, gracias por compartirlo conmigo pese a mi incredulidad. Pero dices que te negaste a volver a la tierra, pero aquí estás.

―Yo no me negué literalmente volver, «refutó ella», a lo que me negué fue a regresar y seguir siendo una sumisa obrera en este planeta.

 

miércoles, 8 de mayo de 2019

Unar Idycula (Relato Autobiográfico)



Maracaibo, Venezuela; transcurría  la década de los  70. Era yo una niña de once años; en aquellos tiempos en que mi barrio completo era el patio de mi casa. No había secuestros, ni vecinos pederastas. La comunidad en la que crecí era un sitio desfavorecido y marginado en todo sentido, esto era así,  y paradójicamente sucedía en tiempos de la opulencia del petrodólar.
Un día cualquiera, paseando por una de las calles, observé un contenedor de basura desparramado en la acera, me llamó la atención en aquel basurero un librito rojo, pequeño, de esos de bolsillo; estaba impecable. Miré a mi alrededor dudando de si cogerlo o no. ¿Cómo alguien podía tirar a la basura algo tan bonito? Lo cogí y salí corriendo a mi casa; el libro estaba tan nuevo que no quería correr el riesgo de que alguien me acusara de haberlo robado.

Ya en mi habitación, puertas cerradas, me dispuse a leer aquel diminuto libro; era una Antología Poética de Federico García Lorca. Por supuesto que yo no conocía nada ni del autor ni de letras, ni de literatura, pero sí me gustaba leer, y leía todo lo que pasaba por mis manos. Pero aquellas líneas no tenían nada que ver con lo que hasta ese momento yo había leído.
Leí varios poemas y el corazón se me aceleró, me quedé tumbada en mi cama mirando girar el ventilador de techo de mi habitación, casi mareada, pensando ¡Qué cosas tan hermosas escribe este señor! Me quede así casi en trance, no sé cuánto tiempo, con el librito sobre mi pecho, sintiendo toda la vida, amor y sensibilidad que emanaban del mismo; me percibía alegre, acompañada por algo, por alguien, me sentí enamorada.
Puedo ahora decir que a los once años Federico García Lorca fue mi primer amor, porque al leer sus poemas parecía mecerme entre sus brazos y me sentía amada. Fue poco después, ya en el instituto o liceo, cuando en contacto con las clases de Lengua y Literatura, descubrí que yo podía, que de mí nacía la inclinación a escribir poemas. Por ese entonces ya tenía 13 años, y comencé a hacerlo.

Pasados cinco  años, o sea a los 16, tuve mi primer ligue o novio; quien fue en esta ocasión, utilizado por alguna mano invisible como emisario del desaliento. He observado que en cada etapa de nuestras vidas, siempre hay alguien allí para entorpecer tu camino; de nosotros depende si lo permitimos o no; yo en algunos casos como este que narro, lo permití.

El susodicho novio o “ligue-amigo”; vino un día a visitarme a casa sin previo aviso, y me pilló con mi cuaderno de poemas en las manos… Se partió de la risa, no sé cuánto tiempo estuvo riéndose de mí. De forma implícita me llamó ridícula, y así me sentí, una ridícula.


Aclaro que no es que piense que la visión generalizada de las personas hacia los poetas y poetisas sea la de considerarles ridículos, pero habrá uno que otro que así opine; sobre todo porque esto no es una labor “material ni productiva” no es un plato de comida con el que puedas saciar el hambre física, no es un coche, una cosa o una cuenta bancaria sustanciosa, etc. Pues, me pasó que de tanto esconder el cuaderno de mis primeros poemas no sé a dónde fue a parar, lo perdí y también deje de escribir.

Finalizados los que para mí fueron terroríficos, limitantes, reprimidos y frustrantes años 80, ya en los 90; siendo una universitaria con un poquito más alineada mi autoestima; por todo lo que ya había podido superar en cuanto a privaciones de todo tipo y catástrofes familiares; comencé otra vez a escribir poemas.
Debo reconocer, que  muchos de los poemas que escribí ni yo misma los comprendía, así que también los ocultaba, excepto a unas poquísimas personas, a quienes alguna vez me atreví a enseñárselos; de las cuales el 95% reaccionó mirándome con la lástima con que se contempla un bicho raro y desadaptado del mundo, o a lo mejor así me sentía yo, y pensaba que aquello era evidente para los demás.
Comencé a escribir para mitigar el dolor emocional de algunas experiencias; no sé si podré explicar esto acertadamente, pero escribía aquellos poemas en una especie de trance hipnótico; luego de hacerlo me sentía enormemente aliviada, así que hacerlo me resultó de una ayuda psicológica enorme, puesto que yo para pagarle a un psicólogo no tenía.
En fin… Toda esta narración está lejos de presentarme como alguien especial, ni como la infeliz víctima de mi entorno y circunstancias; sino para que se entienda el seudónimo.


3 de Muchas Más

viernes, 3 de mayo de 2019

Sin Formatos (Ritmo de Bolero Venezolano)

Retrospectiva Actualizada del Recuerdo de una Niña (Hoy me doy cuenta)


Por cada palabra dura,
por cada indiferencia,
coloqué una fila de ladrillos,
también por cada bofetada.

De tantas carencias,
un día abandoné la esperanza;
dejé de sentir que merecía
dejé de esperar ser querida.

La soledad dolía tanto, tanto;
que evité ser por ella herida,
la encerré en mi biología,
atrapándola en mis células.

Hoy... por fin me doy cuenta;
que levanté una muralla
y me quedé en ella escondida,
sola, invisible, desquerida.

Un muro alto que me protegía
del desamor, del enfado de otros,
de palabras, miradas, castigos,
del anhelado amor que no tenía.

Los abrazos no llegaron,
ni los besos, ni las caricias,
mientras, construía esa muralla,
quedándome en ella escondida.

Muralla anclada en mis células,
emitiendo una espiral repetitiva;
hoy la veo, la diluyo
con la voz de mi corazón despierto.

Sigo siendo la niña que ama,
viajo  en el tiempo, me abrazo,
del desamor a mí  misma me rescato,
me traigo al presente liberada.

Sigo siendo la niña que ama,
la niña que merece ser amada.

Unar Idycula
03/05/2019