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CONVERSANDO CON TRÍNITY. La Fuente Primordial Vs. La Fuente Matrix. Crónica Nº 8. Esperando a Trinity
No tuve otra alternativa que esperar pacientemente a que Trínity apareciese de nuevo. Me debatía entre la sensación extraña de no diferenciar si estaba desarrollando apegos hacia su compañía y sus conversaciones, o la verdadera necesidad de contarle tantas cosas que me estaban pasando desde la última vez que la vi.
Mi vida onírica, si es que deba llamarle así; había cobrado un realismo impresionante. Lo escribía todo como ella me recomendó, cuando volvía a leer lo escrito, parecían historias verídicas; por ello comencé a tener la sensación de vivir en dos mundos; siendo el onírico tan real como este mismo. Quería describirle todas aquellas escenas, recibir una mayor explicación, comprender… La intención y disciplina de apuntar lo que soñaba, me había puesto en contacto con una parte de mí misma que hasta ese momento desconocía, o no era consciente de ello.
Pasaron casi tres meses hasta que Trínity apareció otra vez…
―Estoy en Cuenca, «me dijo» ¿Te vienes?
Hace unos meses no habría hecho aquel esfuerzo por conversar con alguna amiga, así sin más, «Estoy en Cuenca, vente a verme si quieres». Qué fácil, sal de tu comodidad y vente de Madrid a Cuenca a conversar un rato conmigo.
―¿Cuenca? ¿Pero por qué allí?
―Porque aquí estoy ahora mismo.
Así que yo, esta persona que se autodesigna como solitaria y muy autónoma interiormente; se fue a Cuenca a conversar con Trínity.
Al encontrarme con Trínity me dijo, como si hubiese estado escuchando mis pensamientos: «Cuando te das cuenta de que algo ha sido parte de ti, aún sin ser muy consciente de cómo, cuándo, ni por qué; y percibes un pequeño roce de eso que parece parte de ti, pero que no comprendes como dejó de serlo; lo suyo es que te ejercites cada vez más en encontrarle, hagas uso de tu voluntad, te impliques en la acción. Así serás más consciente de qué o quién es ese, esa o aquello. Hasta que te des cuenta de que eso eres tú y ya no tengas que buscarle más, ni esperar a que venga a ti».
―No entiendo lo que me dices, pero ya cuento con que muchas veces no te entenderé. ¿Dónde estabas? «Le pregunté».
―Ya me doy cuenta de que lo que acabo de decirte no ha tenido ninguna resonancia en ti, pero también contaba con ello… A ver, a ver… Espero que esas lindas orejitas que exponen esos relucientes pendientes, puedan escucharme de verdad alguna vez.
―Si no fuese porque sé que eres bastante rarita, posiblemente me enfadaría por lo que acabas de decirme, pero elijo reír, la verdad me hace gracia.
Trínity me contó lo que había estado haciendo todos estos meses… Tomé una decisión muy importante y radical. «Me dijo, y comenzó a relatarme».
Llevo años en un progresivo y permanente desarrollo humano y de consciencia, accediendo a una gran cantidad de información que me permitía entender mi vida y la de otros, ampliando más y más mi nivel cognitivo sobre la existencia humana, y también espiritual; teniendo paciencia en sumar valentía para hacer lo que acabo de hacer.
Ella siguió su narración, yo tenía la sensación de contemplarla por una especie de túnel o espejismo del futuro, la percepción de que hablaba como si yo no estuviese allí, sino también en otro plano del tiempo distinto al de ella. Yo no quería ni respirar, de hecho, sentí como si no lo hiciese, con una atención sosegada, relajada, pero alegre, feliz por estar escuchando el relato de su nueva realidad.
Allí estábamos Trínity y yo en la Ciudad Encantada de Cuenca, que dicen se formó en el periodo Cretáceo, es decir, hace unos 90 millones de años; sentadas debajo de una enorme y hermosa piedra.
―He comenzado una nueva vida. «Me dijo, y prosiguió contando». He concluido con un programa de vida que ya no me pertenecía, pues el mismo era consecuencia de elecciones del pasado; elecciones tomadas desde la inconsciencia o desde mi personalidad autómata. Miré mi pasado y contemplé que la persona que tomó todas aquellas decisiones que construyeron la base a la vida que estaba llevando; ya no era yo.
Cuando tuve la certeza de como había sido conducida mi vida, y del porque era insistente la sensación de estar viviendo una vida desacertada en muchos aspectos, llena de incoherencias y de falsedades; me dispuse a hacer uso de todas las herramientas aprendidas para salir de todo aquello que me retenía, y me estaba impidiendo seguir avanzando como ser humano. He puesto fin a todo, y ahora estoy viviendo en otra parte del mundo.
―¿Dónde? ¿Te has ido de España?
―Sí, «contestó y prosiguió relatando».
―Vivo en un sitio maravilloso, cerca del mar, con un clima de primavera perpetua. Tengo una vida sencilla y solvente. En una ciudad muy cercana viven un grupo de mi familia biológica, a quienes amo entrañablemente, y puedo verlos con frecuencia, ellos son parte de mi corazón.
Allí donde vivo ahora, comparto amistad con un grupo de personas con quienes tengo gran resonancia y sincronía cognitiva y espiritual; somos muy cercanos, nos apoyamos mutuamente.
Allí trabajo en lo que amo hacer; aquello que fue mi primer brote vocacional cuando apenas era una niña. Esto es sólo un final y un inicio, hay mucho camino por recorrer, pero estoy siendo muy feliz en ese sitio. Me siento en paz con esta decisión, pues lo he hecho desde la certeza de que ya era el momento de dar ese paso.
Sé que te estás preguntando muchas cosas relacionadas a la realidad que decidí dejar atrás; pero no las pronuncies; pues te digo, que en ese presente que ahora vivo no hay culpas por nada ni por nadie. «Parecía de nuevo estarme leyendo los pensamientos, pues yo estaba teniendo un revulsivo de como me sentiría si hiciese lo mismo». Tranquilízate, «insistió» no hay culpas por nada y me siento feliz, armónica y liberada allí donde ahora estoy.
Yo estaba viviendo en un estado de bienestar que colmaba mis sentidos, pero no mi corazón. Estas dos condiciones de vida no han de confundirse; pues tener no es lo mismo que Ser. «Ella notó que yo estaba a punto de llorar, y no pude evitar hacerlo».
―Yo anhelo llegar allí, a ese punto donde tú estás, Pero ¿Cómo? «Por fin pude hablar casi en un susurro».
―Estoy aquí para ayudarte Otraocy, pero tienes que aprender a escuchar de verdad, dejar de estar tan desenfocada y dispersa. ¿Quieres aprender las herramientas que yo he utilizado?
―Sí, quiero. «Contesté».
―Pues bien, yo sólo las pondré a tu alcance, pero el trabajo de aplicarlas es tuyo.
―Me gustaría contarte algunos de los sueños que he tenido, recuerdas que me sugeriste apuntarlos…
―Vale, pero busquemos primero un lugar para comer.
Salimos de debajo de aquella piedra que había
estado tantísimos años sepultada, siendo parte de la tierra misma, pero ahora
tan visible para todos.