La espiral que me arrulla,
que contengo y me contiene,
que me acerca a mi morada;
siempre aquí, jamás lejana...
Cantarina sin voz amanece;
no hacen falta sonidos,
ni señales, ni palabras;
asoma agradecida, enamorada.
Qué placer reconocerme
en la serenidad de una mirada;
en este silencio espontáneo
de mi corazón consolado.
Espacio en mi pecho me mece,,
sin nada y con todo;
me abraza en el encuentro,
y dice: hace tiempo te esperaba.
Contesto: mi luz, mi amor, mi tesoro;
te he buscado tanto ¿Dónde estabas?
Aquí dentro de ti, siempre aquí,
pero tú no me escuchabas...
Unar Idycula
22/03/2018