lunes, 17 de abril de 2023

“No tengas otro dios fuera de mí”

La frase “no tengas otro dios fuera de mí” se encuentra en el libro del Éxodo en la Biblia, específicamente en el capítulo 20, versículo 3. Este es uno de los mandamientos dados por Dios (Jehová) a Moisés en el monte Sinaí. El mandamiento completo dice: “No tendrás otros dioses fuera de mí. No te harás ídolo ni imagen alguna de lo que hay arriba en el cielo, abajo en la tierra, o en las aguas debajo de la tierra”. Es el primero de los Diez Mandamientos en el Antiguo Testamento de la Biblia.

La Biblia relata la historia de los israelitas y su viaje desde Egipto hasta Tierra Santa. Jehová era el Dios único que ellos adoraban, pero también había otros dioses extraterrestres que competían por el poder sobre los imperios en ese entonces. Estas divinidades eran muy populares y muchos de los israelitas estaban tentados a rendirles culto. Por esta razón, Jehová tenía temor de que sus elegidos escogiesen a otro dios para servirle en lugar de a él, quien se había autonombrado a los ojos del pueblo escogido como Señor Todopoderoso. 


Jehová tenía miedo de que los israelitas pudieran elegir a otros dioses, otros extraterrestres que competían entre sí para tener poder sobre los pueblos, sobre los imperios en aquel entonces. Para evitar el temido escenario, Jehová les dio al pueblo judío un conjunto completo de leyes morales conocidas comúnmente como “Las Diez Palabras” o “Los Diez Mandamientos”. Estas leyes ayudaron a mantenerlos fieles a Jehová e incluso prohibieron servir cualquier otra divinidad extranjera, so pena de severas sanciones si no se cumplían sus mandatos.

El pueblo judío era una pequeña nación frente a los grandes imperios de la antigüedad, como el asirio, babilónico y egipcio. Estos enormes imperios tenían dioses que eran mucho más poderosos que Jehová en términos de fama y seguidores. Así que, Jehová era un dios con poco poder en el mundo de los “dioses”. Él eligió a una tribu pequeña para que su limitado poder fuera suficiente. Por esta razón, Jehová estaba preocupado con la posibilidad de que los israelitas lo abandonaran y no acatasen sus mandamientos. Para evitar esto, a cambio de obedecer sus leyes; les ofreció bendiciones, protección y riquezas si cumplían con ellas. 


Además, Jehová también utilizó el temor como herramienta para motivarlos a ser fieles a él. Les advirtió sobre las consecuencias negativas si decidían desobedecerle o servir a otros dioses; amenazando con guerras, hambrunas o epidemias, entre otros castigos divinos. Así que aquí, como dice un refrán: “se juntaron el hambre con las ganas de comer”. Por un lado, los israelitas temían la ira de su dios si le desobedecían, y por el otro Jehová tenía miedo de perderlos como seguidores.


Jehová también les prometió grandes bendiciones de tipo espiritual y materiales, que recibirían si permanecían fieles solo a él; como su Pueblo elegido entre las culturas del mundo en aquellos tiempos primitivos, en los cuales existían muchos poderes divinos (extraterrestres) compitiendo entre sí por el control sobre los hombres y las naciones enteras.


La Biblia es una versión limitada, falsa y mediocre acerca de la creencia de que Jehová es el dios creador del mundo y la humanidad. Esta afirmación se basa en varios hechos históricos y literarios. Por ejemplo, los textos bíblicos son parciales, ya que solo presentan un lado de las cosas; además, contienen muchas contradicciones entre sí. 


Hay numerosas referencias a otros dioses en los libros bíblicos, antiguamente escriturados como el Génesis o Deuteronomio, lo cual sugiere que tal vez existieron otros poderes divinos aparte de Jehová, responsables por la creación del mundo.

 

Adicionalmente, hay evidencias arqueológicas recientemente descubiertas, por diversas fuentes académicamente reconocidas, como universidades o instituciones religiosas, que exponen la creencia en otras deidades y fuerzas creadoras distintas a Jehová, y que contradicen de manera explícita o implícita la teología bíblica sobre Jehová como dios del mundo y la humanidad según la Biblia.


Un punto importante a tener en cuenta; es que muchas religiones antiguas no reconocían a Jehová como su dios principal o única fuerza creativa detrás del universo conocido. Por ejemplo, los griegos tenían 12 grandes dioses principales, entre estos: Zeus (dios supremo), Poseidón (dios del mar) y Afrodita (diosa del amor). Estas divinidades eran las responsables por todos los aspectos relacionados con lo sobrenatural; desde el destino hasta las catástrofes naturales, pasando por salud mental, bienestar emocional, etc., perteneciendo cada temática al dominio particular asignado a su respectivo Dios/Diosa… 


 


Otro ejemplo proviene de Mesopotamia, donde se veneraba al Gran Padre Anunnaki comúnmente llamado Elohim; una palabra hebrea usada para designar “los poderes divinos”, según explican diversas teologías mesopotámicas . 


De acuerdo a la historia antigua, el concepto del Gran Padre Anunnaki era muy similar al Dios Judío moderno, donde existían varias entidades superiores supremamente encargadas del gobierno celeste. Estas superentidades controlaban todo lo que acontecía dentro del universo, desde temporales hasta las condiciones humanas y sociales, y estaban conectadas a otros dioses extra planetarios que habitaban fuera de nuestro planeta, y que participaron activamente en la creación de todo lo existente en el mismo.

Y aunque en el mundo de hoy, la creencia en Jehová como el dios creador de la humanidad y del mundo es una idea ampliamente aceptada. Sin embargo, hay autores que contradicen esta creencia. Estos autores ofrecen puntos de vista alternativos sobre quién o qué fue responsable por la existencia humana y de este planeta. 


Los seguidores de la religión cristiana, son principalmente quienes creen a ciegas que Jehová es el único dios creador de la humanidad y de este mundo. Sin embargo, existen muchas voces en contra que contradicen esta creencia. Estos autores ofrecen un punto de vista diferente sobre el tema, argumentando desde diversas perspectivas teológicas e históricas. 


Están aquellos comentaristas bíblicos críticamente orientados; quienes argumentan fuertemente contra dicha interpretación teológica tradicional, al reinterpretar los textos sagrados en luz del contexto histórico y literario originales. Por ejemplo, para Richard Elliott Friedman, profesor emérito en Hebrew University of Jerusalem y autor de The Bible with Sources Revealed (Harper, San Francisco, 2003), Jehová no fue considerado en u principio el Dios único, sino más bien un “dios entre otros” dentro de una familia divina politeísta compuesta por varias figuras celestiales y terrenales conocidas colectivamente como Elohim o Dioses (Génesis 1:1-2). 


Por otro lado, estudios recientes sugieren también que los primeros israelitas adoraban a dos dioses distintos, el Señor del Cielo y Yahvé, su Dios terrestre, en vez de un solo Dios omnipotente (Éxodo 3:13-15; Deuteronomio 4:19). 


Uno de estos autores; tal vez sea Robert M Price, sostiene que hay evidencia suficiente para probar lo contrario: Jehová no es necesariamente el dios creador del mundo, ni tampoco fue responsable por la humanidad, como afirman los cristianos ortodoxos. En lugar de esta idea tradicionalmente aceptada, Price defiende un concepto más amplio acerca del origen divino; él propone “una pluralidad entre Dios y otros principios poderosa”. De hecho, algunas escrituras bíblicas apoyan su postura, ya que contienen referencia a otros seres divinos, además de Jehová (por ejemplo, Génesis 1:26-27). 


Otro autor importante en este debate es John Shelby Spong; quien también niega rotundamente la doctrina tradicional acerca del papel exclusivo jugado por Jehová como creador universal . Él rechaza categóricamente las ideas literalistas presentadas en las Escrituras sagradas.


Finalmente, también podemos citar a Bart Ehrman.


Además, los arqueólogos suelen descubrir restos tangibles del culto a otros dios paganos en Israel antiguo, lo que refuta la idea de Jehová como único Dio de toda la realidad como la Biblia enseña (Deuteronomio 32). 


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